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Un día en Kutna Hora

Séptimo día. 31/08/2015. 

Buenos días, ya estoy de vuelta. Voy a aprovechar que estoy de vacaciones Navideñas para sacar un ratito y terminar de contar mis últimos días en República Checa.

En este día nos programamos para continuar conociendo otro rincón del país. Kutna Hora, conocida mayormente por el Osario de Sedlec, una pequeña capilla decorada con los huesos de unos 40.000 difuntos que querían ser enterrados allí, ya que un miembro de la orden del Cister de Sedlec había viajado a tierra santa y había traído consigo una pequeña cantidad de arena que había esparcido sobre la capilla. Más abajo veréis las fotografías. 

Primero quiero indicaros como podéis llegar hasta este lugar. Desde la estación central de Praga, Hlavní Nádrazí, podéis coger el tren hasta este pueblo. Tenéis varias horarios, aunque yo recomiendo madrugar, y sí luego sobra tiempo, siempre estas a tiempo de regresar antes, ya que sí compras un billete de ida y vuelta, puedes regresar a la hora que quieras. Nosotros llegamos a la estación de Praga, y compramos el billete a las 9.54, cuando el tren salía a las 9.59, tuvimos suerte, pero nos tocó echarnos una carrera a lo loco, primero para buscar el panel donde se indicaba el anden desde donde salía el tren y luego hasta llegar al anden, más cuando no habíamos cogido todavía ningún tren en el país. Pero llegamos a tiempo, sino nos habría tocado esperar hasta las 11.03 que salía el siguiente. El tren era de los antiguos, con cabinas para 8 personas y asientos de tela que con el calor que hacía se pegaban al cuerpo. Los dos billetes de ida y vuelta nos costaron 366 coronas, lo que equivale a 13,54 euros a día de hoy.


Coincidimos en la cabina con un matrimonio español y sus dos hijos pequeños, la verdad que es un lugar con el que no tienes ningún problema para viajar con niños, ya sea por la comida, o por los trayectos que puedes hacer por el país, ya que no hay grandes distancias. El trayecto dura unos 57 minutos, pero una vez que te bajas en la estación Kutna Hora Mésto, hay otro tren que te lleva hacia el centro de la ciudad. Tienes que cambiar de anden y no tienes que comprar ningún otro billete. La primera parada que hace el siguiente tren, es donde se encuentra el osario y la iglesia de nuestra señora de la Asunción.

Primero nos fuimos hacía el osario, que era el lugar que más nos llamaba la atención. Es impresionante, una auténtica obra macabra. Como he comentado antes, todo el mundo quería enterrarse allí, luego tuvieron que ampliar el cementerio, y aun más con la llegada de la peste negra en el siglo XIV. Posteriormente se construyo la iglesia con una capilla en el sótano, para dar cabida a tantos cadáveres. Ahí fue cuando la familia Schwarzenberg contrató a un tallista de madera que puso en orden los huesos y dio lugar a esta obra de arte.


Este es el escudo de armas de la familia Schwarzenberg. Hay cuatro pirámides inmensas de huesos dentro de la capilla colocadas de manera milimétrica.




Esta escultura de la parte del cementerio me llamó la atención por su belleza y a la vez por lo tétrico que representaba el lugar.


Esta en la iglesia de la Asunción, está entre el Osario y la estación de tren. Puedes acceder a la zona alta de la iglesia y andar por la parte interna del tejado para ver el campanario y la construcción de vigas de madera.


Desde donde estábamos hasta llegar al pueblo como tal o la parte turística, había unos 3 km. Decidimos hacerlos andando, aunque también había autobuses, taxis, podías volver a coger el tren, etc. El calor era sofocante, y no eran más que la 12:30 de la mañana, pero para hacer ganas de comer y con todo lo que habíamos comido estos días había que bajar las grasas. Cuando llegamos al centro serían sobre las 13:15, y como el hambre picaba un poco paramos a comer en una pizzería de la Plaza Palackého bastante barata, pero eso sí, no había aire acondicionado y las terrazas para variar, estaban llenas de mis amigas las avispas. Para refrescarnos un poco nos fuimos hacia una cafetería en unos soportales de la plaza donde había wifi y aire acondicionado, y allí nos espabilamos un poco. 

Después del merecido descanso, continuamos visitando el pueblo por sus calles pequeñas y empedradas, compramos alguna botella de vino Checo, y llegamos hasta la calle Barborská, donde hay un bonito paseo donde se encuentra a la derecha la fachada del colegio Jesuita, y al otro lado una serie de estatuas de los santos favorecidos por los Jesuitas, que nos recuerda un poco a las que hay en el puente Carlos de Praga. 



Al final del paseo podemos ver la Catedral de Santa Bárbara, patrona de los mineros. Aunque no fuimos, en la ciudad existen unas minas de plata que puedes visitar. 


La catedral de estilo gótico, es una de las más importantes de Europa Central. El exterior es impresionante con acabados en pináculos y sus curiosas gárgolas. El interior tiene unos techos muy altos, unas vidrieras preciosas, hay varias capillas, y algunos frescos que decoraron la iglesia.


En esta foto, que está hecha al lado de la catedral, podemos ver una panorámica del pueblo y más abajo unas viñas. En este pueblo hay tradición vinícola, se celebra la fiesta de la vendimia y puedes visitar también alguna bodega.






Luego continuamos andando por las calles del pueblo visitando el resto de edificios de interés. 




Finalmente, decidimos irnos antes de la hora programada ya que el calor era insoportable y ya habíamos visto lo más interesante. Había trenes de vuelta por la tarde desde las 5 a las 7, cada hora en punto. 
Esta vez cogimos el tren de vuelta desde la parada más cercana al centro. Recordar que hay que hacer un pequeño trasbordo pero está muy bien indicado. Como veis la estación recuerda a los apeaderos que habían antiguamente en España, y que decir de las vestimentas de los revisores, de los años 60 por los menos, no tengo ninguna foto para mostraros, ya que me daba fatiga fotografiarlos. Se nota que es un país más atrasado que España en muchos aspectos, y a años luz de la alta velocidad.


La vuelta fue insoportable, nos sentamos en unos vagones donde las ventanas estaban cerradas herméticamente, sin aire acondicionado y como ya he dicho un calor de muerte. ¡Que horror! Cuando llegamos a Praga nos dimos cuenta que había otros vagones donde si había ventanas, eran como los de por la mañana, al menos había corriente y te refrescaban, aunque con mucho ruido. Pero bueno, no suele ser normal que haga tanto calor, nos toco una ola de calor, mucho mejor que no, que te llueva. 

Próximo día Castillo de Karlstejn