Octavo día. 01/09/2015.
Ya nos quedaba menos para el final de nuestros días por República Checa, y hasta entonces estábamos encantados, con ganas de que no terminase el viaje.
Ya nos quedaba menos para el final de nuestros días por República Checa, y hasta entonces estábamos encantados, con ganas de que no terminase el viaje.
Antes de ir a Praga, mientras estuve organizando el viaje consultando en páginas web u otros blogs, descubrí que muy cerquita de la capital, existía un castillo escondido en lo alto de una pequeña colina, muy bonito, en un pequeño pueblo al lado del río Moldava. Este es el castillo de Karlstejn, que da también nombre al pueblo.
Fue construido por el rey checo y emperador Romano Carlos IV, como lugar para guardar los tesoros reales, reliquias y joyas de la corona. Parece un castillo de las típicas películas de Disney. Es de estilo gótico, con alguna dependencia renacentista.
Una de las maneras para llegar a este lugar, es coger el tren en la estación central de Praga. Hay bastante frecuencia, ya que es una especie de tren de cercanías. Para en diferentes estaciones de la ciudad de Praga y en pueblos muy cercanos. Se encuentra a unos 33 km, y por dos billetes de ida y vuelta pagamos 180 coronas, lo que equivale a 6,66 euros. Lo que no se me olvidará nunca, será el viaje de ida, y no porque el tren fuese antiguo o estuviera sucio, si no porque las ventanas eran herméticas y a las 10.30 de la mañana el calor ya era sofocante, para colmo, el aire acondicionado no estaba encendido, eche en falta un abanico. Ya por la tarde, en el trayecto de vuelta, sí funcionaba el aire, menos mal.
Cuando te bajas del tren, la información para llegar al castillo es nula. Nada más salir de la estación, paramos en el bar que había justo en frente a tomar algo fresquito, y seguidamente comenzamos a buscar el camino para llegar al castillo. Con forme sales de la estación tienes que girar a la derecha, continuar recto como medio km, y luego girar a la izquierda donde veras el siguiente puente que cruza el Moldava. El paisaje era muy bonito, y puedes encontrar gente bañándose en el río, muy típico en este país, a falta de playa...
Cuando llegas al final del puente giras a la derecha, luego continuas andando hasta las primeras casas que te encuentras y después hay que torcer a la izquierda. Ya veras una calle llena de tiendas de souvenir y poco a poco sí miras hacía lo alto, encontrarás el castillo.
Para acceder al castillo, hay que subir la calle principal del pueblo, no tiene pérdida. La cuesta se hará más llevadera entrando en todas las tiendas que hay en el recorrido y disfrutando del ambiente del pueblo, con el bosque de fondo y las casitas de colores. Se me olvidaba, para los más perezosos, los que queráis ir desde la estación hasta el castillo sin cansarse, hay gente que te lleva en furgoneta y te cobra un par de euros por el trayecto.
Una vez que llegas al castillo, allí mismo puedes comprar las entradas o a través de Internet en el siguiente enlace:
www.hradkarlstejn.cz
Para acceder al castillo, tiene que ser obligatoriamente con visita guiada, y solamente puedes elegir entre dos idiomas, inglés o checo. Nosotros por ahorrarnos unos eurillos, la hicimos en Checo, luego nos enteramos de poco, pero estuvo divertido, la gente nos miraba raro, ya que íbamos a nuestro aire. Aquí os dejo más fotillos del precioso castillo.
Después de terminar la visita al castillo, bajamos hacía el pueblo, y buscamos un lugar para comer. Os dejo el link del restaurante que elegimos. Todos los que había tenían buena pinta y precios baratos, nos decantamos por este por la terraza que tenía y el estilo de merendero.
www.penzion-dagmara.cz
Comimos allí por 503 coronas, pedimos cerveza, limonada casera, codillo, una especie de pan de pita con verduras y café. No podíamos pedir más. Después de la sobremesa, hicimos unas compras y volvimos a la estación dando un paseo.
Sobre las 4 de la tarde, cogimos el tren de vuelta a Praga. Una vez en la estación, salimos por la puerta principal y pedimos a una familia japonesa que nos echara una foto. El hall de entrada es de estilo Art Nouveau, muy presente en toda la ciudad de Praga.
Próximo y penúltimo destino, una ciudad conocida principalmente por la cerveza y la fábrica de coches de la marca Skoda Fabia.