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Un fin de semana en Edimburgo

16-03-18

Un fin de semana en Edimburgo


  Pisamos por segunda vez tierras inglesas en lo que va de año, pero un poquito más al norte, en Escocia
 Edimburgo es una ciudad que me recuerda mucho al género de novela negra, a todas aquellas películas de mi adolescencia, Doctor Jekyll y Mr. Hyde, Frankenstein, Sleeply Hollowy... es una ciudad con mucha historia fantasmagórica, ya que entre otros sucesos, en ella asesinaron a muchas mujeres acusadas de brujería. Por ello, una de las principales atracciones de la ciudad, es una excursión de noche recorriendo cuevas y cementerios relatando historias de misterio y muerte. 

Me encanta el ambiente tétrico de esta ciudad, llena de oscuros edificios de piedra, calles adoquinadas, un castillo en lo alto de la montaña que preside la ciudad, cementerios en pleno casco histórico, palacios y además con el mar de fondo. El clima aunque con frío y nieve, agradecidos por poder tomar unas fotografías que invitaban a ser en blanco y negro, para conservar ese aire de misterio.

   Edimburgo puedes recorrerla en un fin de semana, pero siempre te quedará algo por ver o hacer, lo que tienes es que organizarte muy bien e ir con muchas ganas de caminar. Nosotros cogimos el vuelo desde Madrid con hora de salida a las 20.30, y en dos horas y cuarto desde el despegue, estábamos aterrizando, no entiendo mucho de velocidad de vientos y distancias, pero tardamos lo mismo que cuando fuimos a Londres.


Una vez allí es muy simple llegar al centro, solo tienes que dirigirte a las salidas de autobuses y coger el número 100, el precio del billete de ida y vuelta para el domingo nos costó 7,50 libras por persona, y en cuestión de 25 minutos estábamos en la avenida de Princess Street, que tiene unas vistas espectaculares al castillo. Una vez que dejamos las cosas en el hotel, que ya serían cerca de las 12 hora local, (recordar una hora menos que en España), salimos a conocer el ambiente nocturno, pero por poco rato, más bien teníamos sed y queríamos probar alguna cerveza del lugar, además cerraban a las dos, poco más y nos echan. (https://www.thehuxley.co.uk). 


Las 8 de la mañana llegaron muy pronto. Quería estar en la entrada del castillo a las 9.30, para poder verlo antes de que llegase una muy buena amiga que vive en NewCastle, y que ya lo conocía, para después recorrer con ella la ciudad, y nos enseñase el resto de lugares interesantes.


   Esta primera fotografía está tomada desde Princess Street, donde se hubicaba nuestro hotel. Después de desayunar en un café Nero en la misma calle, nos dirigimos andando hasta el castillo. Lo bueno de esta ciudad es que no tiene grandes distancias, olvidaros de coger transporte público.






   Esta panorámica de la ciudad está tomada desde la explanada del Castillo, se pueden ver edificios emblemáticos de la ciudad que vamos a ir conociendo, con el mar de fondo.     


      El Castillo de Edimburgo, es una de las fortalezas más importantes del reino, con más de 900 años de historia. Ha sido palacio real, arsenal, fundición de armas, prisión del estado, custodia de las joyas de la corona y cuartel de infantería. En la siguiente foto podemos ver la explanada que da acceso a el, construida en 1753 como plaza de armas para las tropas. En este lugar anteriormente a la construcción de la actual plaza, fue donde fueron quemadas más de 300 mujeres acusadas de ser brujas.  

Nosotros sacamos las entradas por Internet para no tener que hacer cola, pero al final algo tienes que hacer porque las tienen que validar. Sí vas temprano, hay muchas más taquillas para los que van sin entrada, que para los que sí que la tienen de ante mano. Una vez dentro, pasada la puerta del castillo hay una cabina donde puedes coger audio guías por 3 libras. Al castillo hay que dedicarle al menos unas dos horas, por que tiene muchos edificios y rincones para fotografiar.   





   Este edificio es un memorial de guerra a los soldados fallecidos en combate, el cual no se puede fotografiar por dentro.  


   En este otro, se albergan las joyas de la corona escocesa, y a la vez, te cuentan la historia de la ciudad con diferentes figuras y representaciones de la vida cotidiana. 



   Desde el Castillo se ve perfectamente la colina Calton, con el monumento nacional.






   En este edificio se encuentra el museo bélico nacional de Escocia.







   El castillo merece mucho la pena. Una vez en el exterior, comenzamos a recorrer la Royal Mile, que separa en ambos extremos el Castillo, del palacio de Holyroodhouse. En esta calle podrás comprar todos los souvenirs que desees, lo típico son bufandas, faldas y guantes escoceses con su típica lana de cuadros de colores, imanes, adornos de navidad aunque no estemos en la época...





   Un personaje famoso de la ciudad fue el filósofo y sociólogo Hume, entre otras muchas de las funciones en las que destacó. No supimos sí es que tocar el dedo del pie daba suerte, pero todo el mundo lo hacía.


   Esta es la catedral de San Giles, la iglesia principal de Edimburgo durante más de 1.000 años, puedes acceder a ella y dar simplemente una limosna para obras de mantenimiento. La estatua de enfrente, es el duque de Buccleuch, quién fue la primera persona en importar perros de raza labrador de Canadá a Gran Bretaña.


   Este es uno de los cementerios dentro del casco histórico, son muy antiguos, ya que en ellos a día de hoy no se entierra a nadie. Dicen que la autora de Harry Potter, tomo los nombres de sus personajes más célebres de la saga, de personas que aquí yacen.  



   En Edimburgo hay un célebre animal, el perro Bobby, que fue conocido por su fidelidad a su dueño durante los 14 años después de la muerte de este, el cual no se movió de la tumba durante todo este tiempo. La gente de la ciudad se encariñó con el, y le llevaban la comida todos los días, hasta que el animal falleció y fue enterrado junto a su dueño.



   Justo en este fin de semana, se celebró el día de San Patricio, que aunque es fiesta nacional en Irlanda, los escoceses también la toman como suya, y resulto imposible ir a los restaurantes recomendados que hay en la plaza de Grassmarket, lugar en el que también hay puestos de comida casera y panes que se meten por los ojos.
   Esta calle está justo al lado, y la reconocerás por sus vivos colores, es Victoria Street. Tiene una pendiente en forma de C, y en ella podrás encontrar pequeñas tiendas de todo tipo, donde poder llevarte un bonito recuerdo, las que más me gustaron, vendían  láminas con impresiones de lugares de la ciudad o de iconos del país.


   Después de mucho pasear, al final pudimos sentarnos a comer en la Royal Mile, en un restaurante para probar la típica comida escocesa. Gracias a mí amiga Gema, pudimos pedir los platos típicos. El de tres colores, se llama Huggies, lo blanco es puré de patatas, lo naranja puré de rábanos, y lo marrón no lo voy a desvelar por respeto a mi amiga que prefiere saber que es simplemente algo parecido a la morcilla, sino, no lo vuelve a probar.
También pedimos una fuente de patatas, otras de batatas fritas que estaban super dulces, un filete de Angus (carne selecta de ternera de la zona) a la cual la tapan los aros de cebolla, y por último, una Scottish Pie, una especie de empanada de carne estofada de ternera deliciosa. Nos olvidamos a caso hecho del típico fish and chips, nos gusta más el pescado de aquí de España. El precio con unas buenas pintas de cerveza no fueron más de 75 libras, y nos tomamos un buen festín. Os dejo el link, en el que podéis también reservar.
http://www.royalmcgregor.co.uk/?utm_source=tripadvisor&utm_medium=referral



   Ya por la tarde nos dirigimos a Calton Hill, donde se pueden tomar unas fotografías panorámicas de la ciudad y sus alrededores. El día parecía que se iba a poner feo, pero nevaba 5 minutos y paraba, de vez en cuando mucho viento y después se despejaba. Esta foto me encanta, con el contrate de luces se puede ver al fondo el castillo y la torre del reloj entre la vegetación.


   Son un poco curiosos los monumentos que allí se encuentran, no conservan un estilo acorde al resto de la arquitectura de la ciudad. El que se encuentra tras nosotras, es el monumento de Dugald Stewart, de estilo Neoclásico.


   Es curioso el monumento allí construido intentando emular a un Partenón, construido en honor a los soldados escoceses fallecidos durante las guerras Napoleónicas. Esta a medio construir, debido a que los fondos del proyecto se agotaron, dejando solamente las 12 columnas, y que se ganaron el apodo de la desgracia de Edimburgo.


   Edimburgo está rodeada por 7 colinas, pero esta que se ve al fondo es Arthur's Seat, la colina más alta de la ciudad, desde allí se ven lugares con el fiordo de Forth y sus islas, el parque de Holyrood y muchos más lugares. Sí cuentas con más tiempo y mejor clima, debe ser interesante subirla. Recibe el norme de la colina del rey Arturo ya que muchos quieren creer que allí podría haber estado Camelot, su castillo, pero no hay ninguna señal que pueda probarlo.



   Esta otra torre en forma de telescopio es el Monumento de Nelson, al que se quiso conmemorar por su Victoria en la Batalla de Trafalgar. Encima de la torre se encuentra una bola, la cual bajaba todos los días a la 1 de la mañana, para que los marineros pusieran en hora sus relojes. Pero en días nublados ello no era posible, luego se sustituyo por un cañonazo que se tira todos los días desde el castillo a la misma hora.




   Este es el cementerio de Calton, donde descansa el filósofo Hume. Es curioso la importancia de los cementerios en Edimburgo como lugar turístico, ya que en otras ciudades ni me planteo visitarlos, pero estos tienen un aire de misterio, acompañados de macabras leyendas.  





   Este es el monumento en honor al escritor escocés Walter Scott, con una altura de 61 metros, puedes subir para disfrurtar de unas vistas fabulosas de la ciudad. En el están representados 64 personajes del escritor.


    A la mañana siguiente nos despertamos con esta bella estampa, una fina nieve había caído durante la noche y el castillo se presentaba de esta fantástica manera.





   No se aprecia muy bien la fotografía, pero se puede ver como el clásico cuadro escoces, se convierte en un original vestido con un toque muy romántico, me encantó.


   De camino hacia Holyrood, continuamos recorriendo el final de la Royal Mile. El Edimburgo antiguo, que ya se estableció como ciudad en el siglo X, se extiende a lo largo de la cumbre debajo del castillo, con su calle principal y una serie de callejuelas estrechas que desembocan directamente en ella. Edimburgo se declaró capital de Escocia en el año 1350. Conforme iba creciendo la ciudad, los edificios tuvieron que ser cada vez más altos, y ya en el 1600, algunas viviendas llegaron a tener hasta 9 pisos. En aquella epoca, las viviendas no tenían retretes, tenían que coger el agua de pozos públicos, y para tirar sus excrementos, por la noche abrían las ventanas al grito de Gardyloo.


   Las iglesias, pintan sus puertas con colores muy llamativos, para diferenciarse de otros edificios.


   Al final de la calle, llegamos al palacio de Holyroodhouse, como había partes del edificio en restauración, nos cobraron un 15% menos en la entrada. Solo accedimos al palacio, puedes ver también la galería de la reina, pero mayormente lo que nos gusta, son las estancias del los palacios, los grandes salones donde se celebran banquetes y los aposentos de los reyes. 
El palacio continua siendo la residencia de verano de la reina de Inglaterra, y se sigue utilizando como lugar de celebraciones y entregas de premios, además de haber albergado bodas de la familia real. En el interior no se pueden tomar fotografías, las puedes buscar en Internet. Alberga una gran colección de tapices y de muebles antiguos, pero tampoco es demasiado ostentoso ni recargado, en mi opinión, me gustan mucho más otros palacios. Lo que sí le da un encanto especial es la abadía.



   La abadía medieval se construyó en el siglo XII, y fue una de las más grandes de Escocia, aunque a día de hoy se encuentre derruida, aporta mucho valor al castillo, dándole un encanto misterioso al lugar. Esta repleta de tumbas y lápidas por todos lados, es espectacular.







   

   Después de visitar el palacio, tomamos la Royal Mile hacia arriba, buscando algún lugar donde comer temprano para volver al aeropuerto. Comimos en el Cafe Keno, y probamos los bollos bagels rellenos de queso y jamón, además de pedir una patata asada rellena de queso, todo muy rico y acompañado por una cerveza escocesa de la cuál no recuerdo la marca.


   La pregunta del millón, ¿volvería? Claro que si, me encantaron sus edificios, sus calles desniveladas y llenas de tiendas, por su aire de misterio, y aunque suene raro por ser Inglaterra, por su comida. 

No hace falta una gran planificación para visitar la ciudad, ya que es toda muy accesible y es innecesario tener que desplazarte en transporte público, un quebradero menos de cabeza. Desde Madrid hay muy buena oferta, y sí puedes disponer de algún día más, podrás hacer alguna excursión imprescindible, ya sea para ver el Lago Ness, espectaculares acantilados, o misteriosos castillos muy conocidos ahora por ser escenarios de grandes series de televisión.




"La belleza de las cosas existe en el espíritu del que las contempla" - Hume