Ir al contenido principal

Disfrutando de un día en #Berna

23-08-17
#Berna 
   
   Desde Ginebra nos esperaban unos 157 km de camino hasta llegar a nuestro próximo destino, la autovía es estupenda y no se paga ningún peaje, ya lo cobran en otros menesteres. El recorrido se hace por una llanura rodeada a lo lejos por las montañas de los Alpes, una paisaje idílico saturado de mucho verde. Sí vas con más tiempo o te dedicas a recorrer el país, puedes ir parando en más de un pueblo sin necesidad de llevar demasiado organizada la ruta, en la propia carretera tienes marquesinas publicitando los diferentes lugares de interés cultural de cada pueblo, como monasterios, iglesias, castillos y villas con mucho encanto. Una vez que llegamos a Berna, aparcamos en un parking cerca al casco urbano y al hotel, funcionaba las 24 horas y allí lo dejamos hasta la mañana siguiente por 30 euros (Postgasshalde 50). 

Os recomiendo el siguiente hotel donde nos alojamos, el Bern Backpackers Glocke, está justo al lado del reloj más famoso de Berna, ubicado en un edificio histórico y por consiguiente en el mismo casco urbano. Reservamos una habitación para 4 con baño independiente con mucho atractivo, era una suite dentro del torreón del edificio. Sí quieres puedes cocinar y lavar la ropa allí en una zona común, también tiene una sala de estar, pero sin duda alguna lo mejor era la habitación y el precio, algo más o menos permisible dado que nos encontrábamos en Suiza.




   Este es el famoso reloj y la imagen de la ciudad. Berna fue declarada Patrimonio de la Unesco, por conservar su precioso casco histórico formado por cantidad de fuentes, fachadas, callejones con adoquines, edificios  históricos, y por su ser una ciudad medieval perfectamente conservada.






   Justo la torre del reloj, se encuentra en la calle Kramgasse, un lugar perfecto para disfrutar de un paseo visitando las numerosas boutiques, bares y tiendas de relojes o de sus famosas navajas de marca Suiza propia. Es una calle adoquinada, con soportales a ambos lados y bajos comerciales, que atraen mucho al viandante, y con una gran cantidad de fuentes en mitad de ella. Eso sí, aunque no hay mucha circulación, hay que tener cuidado con los tranvías, que recorren el casco urbano sin apenas oírse, es una ciudad muy limpia y ecológica. En el Hotel de Berna, también nos dieron unas tarjetas gratis de transporte urbano, que son válidas durante tu estancia en la ciudad. 
   También en esta calle se encuentra la casa museo de Albert Einstein de principios del siglo XX, donde desarrollo su teoría de la relatidad. Algo comúnmente conocido y delicioso, es el famoso chocolate, exquisito e inigualable, no probarás cosa mejor en ningún sitio, claro sí te gusta disfrutar de este rico manjar. 


   En la misma calle, nos encontramos una gran cantidad de esculturas de San Bernardos, con diferentes estampados y de gran tamaño, que al parecer corresponden a una exposición llamada Bernartines, que hace honor al heroico perro de rescate de las montañas, y que es la raza autóctona de Berna. Se encontraban por todos lados de la ciudad, y por lo que me he podido enterar por la red, uno mismo podía customizar los perros por un módico precio de 2.800 euros. La exposición era temporal, y después eran subastados para diversos fines, la causa era buena, pero una pena que los quitasen de allí, ya que le daban un toque animal y colorido a la ciudad.




   La ciudad se encuentra en un meandro formado por el río Aar, que le da ese encanto tan especial, sus aguas son cristalinas y es un lugar muy divertido para darte un baño refrescante mientras eres arrastrado de un lado a otro de la ciudad por su corriente. También hay piscinas gratuitas en la ciudad con agua del propio rió, todo muy bello y natural. 



   Para tener una buena panorámica de la ciudad tendrás que subir a Rosengarten, el jardín de las rosas, encima del BärenPark, para ello tendrás que cruzar por el puente de la calle Nydeggbrücke y después subir por la parte izquierda. Justo arriba hay un restaurante donde podrás observar las maravillosas vistas de la ciudad y poder disfrutar de una merecida cerveza después de la empinada cuesta.




   A la vuelta se agradece la bajada, volvimos sobre nuestros pasos hasta llegar otra vez al río, y justo al otro lado, es donde se encuentra el foso lleno de osos, en el parque Bärengraben. Este animal está presente en la historia de la ciudad y por eso está reflejado en el escudo bernés. Todos los osos del parque pertenecen a la misma familia y se encuentran con todas las comodidades dentro de un cercado de gran dimensión donde inclusive pueden pescar.



   De nuevo en el casco urbano, continuamos recorriendo la ciudad hasta llegar a la catedral, pero no accedimos a ella ya que estaba cerrada, era hora de comer y buscábamos algún lugar donde sentarnos. 


   Ese día cogimos algo de comida preparada en una cadena de supermercados llamada Migros (Marktgasee 46), tienen gran variedad de comida para llevar, y si quieres regalarte queso de la zona o chocolate, es un buen sitio para comprarlo a un precio más económico.

Por la tarde, continuamos recorriendo las calles del casco histórico y tome una bonitas fotografías de los edificios más llamativos y típicos de la ciudad.







   Para acceder a la parte baja de la ciudad, puedes descender en funicular. Por la zona, se encuentran las piscinas de agua natural y el acceso al río donde puedes disfrutar de diferentes actividades acuáticas. Para bañarte en el río y dejarte llevar por la corriente, lo puedes hacer con una especie de mochila flotante, y así transportar tus enseres contigo y no tener que trasponer al comienzo del recorrido, tiene que ser una grata experiencia.


   En esta foto se aprecian al fondo las montañas de los Alpes, la ciudad está bastante cerca de esta espectacular cordillera, y por ello sus gélidos y largos inviernos, nada que ver con el caluroso día que nos hizo.










   Os puedo recomendar, sí os gusta la comida Thailandesa, un restaurante justo al lado del hotel con precios más o menos asequibles, un plato de comida por unos 15 o 20 euros, y bebida a parte. Esta en la esquina más próxima a nuestros hotel, se llama Soriya (Rathausgasse 73). La comida estaba bastante buena, además tuvimos suerte con el servicio, la camarera era de padres españoles y nos tradujo toda la carta además de hacernos alguna recomendación. 
   Después de cenar dimos una pequeña vuelta para despedirnos de la ciudad, fue el momento donde escuchamos a más turistas españoles, serían las 9 y era demasiado pronto para recogerse.


   Como pasa en muchas otras ciudades de centro europa, Berna es una ciudad muy concurrida durante las horas de sol, es un recurso natural muy escaso y bien valorado, pero no está para nada masificada en comparación con otras capitales europeas, seguramente debido a su alto nivel adquisitivo, allí por ejemplo, para que os hagáis una idea, una dependienta de Zara cobra unos 2.500€. La comida, para ser un bien de primera necesidad, es excesivamente cara, en el supermercado no ves a nadie haciendo grandes listas de la compra, allí se compra todo por piezas y no es de extrañar. 

   Berna es una ciudad preciosa por su enclave y casco histórico, no conozco nada más de Suiza además de Ginebra, pero por su estilo medieval, seguramente sea uno de los lugares más bonitos del país. Suiza tiene que ser precioso recorrerlo en tren o en autobús, ya que no existen grandes distancias entre sus numerosos puntos de interés. Venir a visitarla, merece la pena.

  “Como todas las drogas, viajar requiere un aumento constante de la dosis." 

John Dos Passos