09/06/2017-12/06/2017
Marrakech es una ciudad que vive del comercio, te podrás encontrar multitud de mercadillos por todos lados, y sobre todo alrededor de la Plaza Jamaa El Fna.
Vamos a improvisar...
Todo empezó dando un paseo por calle Elvira de Granada, viendo los puestos y tiendas árabes que allí puedes encontrar, con artículos de piel, juegos de té, menaje para el hogar, etc... Y Pablo dijo, "no vamos a comprar nada aquí, tenemos que ir a Marruecos y traernos estos recuerdos de allí", y dicho y hecho, llegamos a casa después del fin de semana y no lo pensamos dos veces para comprar unos vuelos.
He de decir que era un poco escéptica, y no me llamaba mucho la atención el ir allí después de los últimos atentados ocurridos en Europa. En los países árabes, normalmente, la recomendación del Ministerio de asuntos exteriores es de extremar la precaución, pero dentro de la alerta, Marruecos, no es de los países más peligrosos, y menos en las grandes ciudades.
Lo primero que os recomiendo para visitar Marrakech es no ir en los meses de verano, no he pasado más calor en mi vida, estuvimos a 45 grados y con un aire caliente que parecía salir directamente de un secador. Llegamos un viernes a las 10 de la noche hora local, el vuelo desde Madrid dura menos de dos horas y aunque está al este de las Islas Canarias, la diferencia horaria con la Península es de dos horas menos. El aeropuerto de la ciudad es bastante moderno. Para pasar el control de pasaporte tienes que rellenar una hoja indicando tu datos personales, los días que vas a estar allí y donde te vas a alojar, recordar echar un bolígrafo para no tener que hacer cola para poder rellenarlo. Una vez que sales del aeropuerto comienza la aventura. Os recomiendo que reservéis los traslados antes de llegar allí, sí no hay que estar preparados para empezar con el regateo, deporte oficial del país. Lo normal que sí vais al casco antiguo, os cobren 100 dirhams, y que nos os engañen con el tema de las tasas de aeropuerto, nosotros pagamos 150 porque el hotel estaba más alejado, pero a la vuelta fueron 100 dirhams, así que pecamos de novatos. Nos alojamos en un hotel con piscina, pensando que con la temperatura que podría hacer allí, por las tardes nos vendría bien descansar y darnos chapuzón.
A la mañana siguiente estábamos despiertos a las 6 de la mañana si no antes, con ese cambio horario amanece muy temprano y como en muchos otros lugares fuera de España, para que van a poner persianas. Como el desayuno empezaba a partir de las 7, una vez que terminamos, nos fuimos para el centro, con una temperatura ya a esas horas de unos 30 grados. Tenéis que ir preparados para saber decir que No. En todo el recorrido desde el hotel hasta el centro, que era una gran avenida, se nos paraban delante todos los taxis incluso daban media vuelta y nos decían que a donde queríamos ir. Llegaba a tal punto la insistencia que ni les contestábamos.
Si nos has estado nunca en un país árabe como era mi caso, todo te resultará diferente y sorprendente, sobre todos sí resides en un país mucho más avanzado.
La parte antigua de la ciudad está totalmente rodeada por una muralla, y formada por un millón de estrechas y encrucijadas calles, es imposible seguir un itinerario a no ser que vayas con guía turístico. No os voy a poder dar indicaciones de como guiaros por la ciudad, ya que nosotros no lo hicimos, nos íbamos adentrando por las diferentes calles, ya que el mapa turístico que nos dieron de la ciudad, era imposible de interpretar, y no queríamos tampoco tener que estar preguntando indicaciones ya que te pedían dinero por todo, y creerme que son muy insistentes.
Sí en España lo raro es ver tiendas de segunda mano, allí es de lo más habitual, esta era una tienda de electrodomésticos. Lo curioso es que seguramente, como es una ciudad muy turística, los precios no os resulten baratos, pero no me creo que ese sea el nivel de vida de la gente que vive allí. Se nota que es una ciudad pobre y que sobrevive gracias al turista.
Esta es la mezquita Koutoubia, la más grande de la ciudad, donde acuden a rezar miles de fieles. Este viaje nos coincidió con el Ramadán y por la noche vimos como cantidad de hombres se acercaban hasta el lugar de culto. Había mucha policía desplegada por toda la ciudad.
Es la Mezquita más importante de Marrakech, destaca por su alto minarete y por su color. Su nombre significa Mezquita de los libreros. Lo malo como en la mayoría de las Mezquitas, es que está prohibido entrar a los que no somos musulmanes.
Desde primera hora de la mañana empezamos a ir de tiendas, para mi fue una actividad muy estresante, y de la que no disfrute mucho por la insistencia de los mercaderes. Sí mirabas algo, la pregunta del millón era qué cuanto querías pagar y no te dejaban en paz hasta que comprabas o te ibas. Encima, a mi marido le encantaba preguntar para ir tanteando los precios de las cosas, y después de marearlos un rato, cuando no les compraba nada se enfadaban con nosotros. También sí no comprabas en una tienda, te invitaban de manera casi obligatoria a entrar en otra, y al final yo incluso llegué a comprar por no escucharlos. De veras que es una actividad agobiante, tienes que ir preparado.
De las cosas que más merece la pena comprar, son las que están hechas de piel, pero unas huelen más que otras, también los joyeros de taracea, ojo con el intervalo de precios que te pueden pedir, por eso tienes que ir preguntando para que no te engañen. Nosotros compramos una grande por unos 18 euros, y nos llegaron a pedir en otras tiendas hasta 200, nos verían cara de idiotas, claro ese sería el precio de salida porque a ellos les encanta negociar, pero nosotros también nos sentimos ofendidos y ni siquiera intentamos negociar.
Algo que también es muy típico de allí, es el aceite de argán, muy bueno para prevenir y eliminar las manchas de la piel y para otro tipo de enfermedades de la piel. Nosotros lo compramos en una farmacia por unos 11 euros, en la que nos metieron casi obligados y después de una charla de unos 20 minutos sobre hierbas medicinales y otros condimentos, no teníamos escapatoria.
Después de caminar como digo sin rumbo, nos encontramos con la Madrasa de Ben Youssef, todo una maravilla de la arquitectura árabe y por la que merece más la pena viajar hasta esta ciudad. Como no recordarnos a la que yo considero como una de las 7 maravillas del mundo, la Alhambra de Granada. Esta Madrasa es preciosa, la mezcla de madera y azulejos de colores la hacen brillar y sacar todo su esplendor. Cuesta 2 euros poder entrar.
Después de una larga mañana, buscamos un lugar donde refugiarnos del extremo calor, y escogimos un restaurante en la concurrida plaza de Yamma el Fna. No recuerdo el nombre del restaurante, pero tome está fotografía desde la azotea. Pedimos lo que comí durante todo el viaje, cuscus con verdura y pollo. Allí es complicado encontrar bebidas alcohólicas, pero a los turistas es fácil que te las ofrezcan.
Después de comer nos fuimos al hotel a darnos un baño en la piscina, era asfixiante e impensable poder seguir recorriendo la ciudad.
Por la noche regresamos a la plaza central de Yamaa El Fna, donde había cantidad de restaurantes que se instalaban por la noche en mitad de la plaza y que te invitaban a sentarte en una mesa. Después de cenar en uno de ello, nos volvimos a adentrar en el sojo Semmarine y seguimos regateando y comprando cositas.
El domingo por la mañana, no se me ocurrió otra cosa que ir a los jardines de La Menara, ya que es un sitio de interés turístico, recomendado en todas las guías. En él, se encuentra un gran estanque que abastece el campo de olivos de alrededor y una pequeña residencia construida por la dinastía Saadi. No es un lugar que nos entusiasmara, y con el calor que hacía a las 10 de la mañana y sin ninguna sombra, aún menos. Allí vimos a un par de camellos, que se encontraban más cansados que nosotros.
Para llegar hasta allí cogimos un taxi por unos 20 euros desde el hotel. Los precios de los taxis se pactan antes de subir y nosotros concertamos que nos esperasen hasta que terminásemos de recorrer los jardines, en los que no creo que estuviésemos más de 15 minutos, y después nos llevase a ver las tumbas Saadiens. Pero como os he comentado lo negociantes que son los Marroquíes, el taxista nos dijo que por el mismo precio nos llevaba a ver la farmacia de Marrakech que yo me la imaginaba mucho más grandiosa y única, pero fue un error, era una más de las que te podías encontrar. El truco estaba en que era amigo suyo y allí se ve que se ayudan unos a otros, y me imagino que el taxista se llevaría alguna comisión por llevar allí a los turistas. Al final compramos unas piedra de sándalo que huele fenomenal pero por la que nos cobraron 6 euros, y unas semillas que se usan como el vivaporu, se frotan y después se inhalan para eliminar la congestión.
Y ya para rematar, nos invita a pasar a una tienda muy exclusiva que supuestamente solo abre los domingos y que venden artículos hechos a mano por los bereberes en la Montañas de los Atlas, vamos que no me lo creí, y es donde nos intentaron timar para comprar un joyero de taracea por 200 euros. Encima el dueño de la tienda se ofendió por que ni siquiera le hicimos contra oferta, claro partiendo de ese precio, que le íbamos a pedir!
Ya como último trayecto nos dirigimos a las tumbas Saadies, pero en vez de dejarnos en la puerta nos dejo en una calle y nos dijo que andásemos hasta el final, era para haberse cabreado, pero en fin. Por cierto, aunque se ve que están renovando la flota de taxis, que ahora son Dacia y no coches más antiguos, no hay quien te ponga el aire acondicionado, alucinante.
Aquí se encuentran las tumbas Saadies. Es un mausoleo donde están enterrado el Sultán Ahmad al-Mansur y su familia, todo un palacio para lo que no deja de ser un cementerio. Merece la pena visitarlo y la entrada solo cuesta 1 euro.
Buscando el palacio Badi que era el siguiente lugar en nuestra lista, nos adentramos en un mercado de comida. La verdad que a mí me impacto muchísimo, más bien me desencantó, el olor de la carne cruda y el pescado sin refrigerar, junto con la falta de salubridad me machaco el estómago, lo pase realmente mal, pero es lo que allí puedes encontrar. Era curioso que en una tienda de pollos, los pesaban vivos y los mataban en el acto, el olor era como el de un corral, mejor no recordarlo.
Para que os hagáis una idea de la calor que hizo, no vimos ningún gato caminando, estaban los pobres tirados en la calle como alma en pena, y este metido en un macetero.
Nos costo trabajo encontrar el Palacio Badi, construido a finales del siglo XVI por el Sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la derrota de los portugueses en la Batalla de los tres Reyes.
Es un palacio que se encuentra en ruinas, pero es fácil de imaginar la grandiosidad en aquella época.
Nuestro siguiente destino fue el palacio Bahía, una de las obras arquitectónicas más importantes de la ciudad. Su construcción es más reciente, del siglo XIX. Esta compuesto por una multitud de habitaciones que rodean diferentes patios y jardines. Este palacio se construyó por el Visir Si Moussa para todas sus esposas. Su nombre significa brillantez, y su estilo es una mezcla entre el islámico y marroquí. Es uno de los lugares de obligada visita, y solo cuesta un 1 euro la entrada. Os muestro muchas fotos del lugar.
Marrakech es una ciudad que vive del comercio, te podrás encontrar multitud de mercadillos por todos lados, y sobre todo alrededor de la Plaza Jamaa El Fna.
No estoy segura sí el número de veces que los musulmanes deben rezar en tiempo de Ramadán es de 5 al día, o es lo habitual, pero allí vimos cantidad de mezquitas llenas de hombres a diferentes horas del rezo. Esta foto la tome justo antes de que un hombre entrase en una mezquita, como sabréis han de descalzarse y lavarse los pies antes del rezo.
El domingo por la tarde fuimos a la zona moderna de la ciudad, no pongo ninguna foto porque no hay nada que destacar. Una avenida llena de tiendas, entre ellas Zara y restaurantes occidentales.
Esa última noche ya no salimos, nos quedamos descansando en el hotel hasta el día siguiente que cogíamos el avión.
Marrakech creo que es de esas ciudades que te encantan (conozco a varias personas) o que te impacta por que es algo diferente a lo que estas acostumbrado a ver cuando vives en un país como España, pero a la que no te quedan ganas de volver otra vez. Este ha sido mi caso, puede ser también un poco por la época en la que he viajado, donde el calor ha hecho mucha mella, los olores de los mercados, ver la comida en los mismos mostradores donde se pone el dinero, y en lo que tampoco ayuda que no sea una ciudad muy limpia. Desde luego es otro mundo al que debéis viajar para experimentarlo en vuestra propia piel. Aún así he de reconocer que los palacios que allí he visitado, son una maravilla y que no puedes ver en Europa. Es lo bueno de viajar, el poder comparar y elegir.
"Viajar sirve para ajustar la imaginación a la realidad, y para ver las cosas como son en vez de pensar cómo serán."
-Samuel Johnson-